Aunque con frecuencia se cree que los procesos migratorios, tanto internos como externos, son un fenómeno reciente, en realidad se ha venido dando hace años en diferentes regiones a lo largo de Chile. 

Lo nuevo, en el caso de la actual migración extranjera, es que se trata de personas provenientes principalmente Colombia y Haití. Dejando atrás sus tierras, se han asentado en espacios donde el desafío es retroalimentarse de las diferencias culturales. 

En Santiago, el barrio Yungay es un lugar que históricamente ha acogido inmigrantes extranjeros como también nacionales venidos de las zonas rurales y que llegaban a la Estación Central, ubicada en las cercanías del barrio. 

Beatriz López es una inmigrante colombiana que llegó al país en 2005 a través de un plan de las Naciones Unidas para refugiados, luego de recibir amenazas de muerte y sufrir violencia en Colombia.

José Antonio Medina proviene de Perú y vive en el barrio Yungay hace 15 años. Inicialmente, su viaje a Chile era temporal, pero, en el camino, él y otros miembros de su grupo musical decidieron arraigarse en el país pensando encontrar mejores ofertas laborales. Estos trabajos fueron ofrecidos gracias a la red de contactos generadas por sus compatriotas.

Uno de los mayores problemas a los que se enfrentan como inmigrantes es la discriminación. Beatriz señala que los colombianos sufren el estigma de ser narcotraficantes, sobre todo en las zonas de frontera: “Existen discriminaciones en la frontera de Arica con mis compatriotas, y llegan a vivir vivencias que nadie las quisiera tener, a muchos los intentan devolver, cuando se sabe que la persona que está solicitando refugio huye por un conflicto y se solicita refugio a otro país, nunca puede ser devuelto (...). Pero pasa, igualmente lo devuelven al país de origen o se les acusa de narcotraficantes sin venir con nada”. 

Para José Antonio, la discriminación y el racismo está presente constantemente, sobre todo en los colegios donde los niños sufren por su color de piel. En el ámbito laboral, señala lo difícil que es para los inmigrantes conseguir trabajo: “Cuesta conseguir las cosas. O sea, si al chileno le cuesta conseguir trabajo, imagínese uno que viene de afuera… es peor”.

Migración histórica en Chile

Si miramos hacia el norte de nuestro país, ha habido procesos migratorios a lo largo de toda la historia, los cuales han contribuido a la formación del sincretismo cultural existente en la zona. Un ejemplo de lo anterior, es el caso de la población afrodescendiente que habita el valle de Azapa.

Tras la fundación de Arica, en la época colonial, se produce la llegada de esclavos africanos que eran trasladados a la mina de plata de Potosí. Arica, que en ese entonces servía como ruta de tráfico entre Potosí y el Puerto de la Plata, como también se le llamaba a esta ciudad, fue parte de una zona de intercambio comercial del Virreinato del Perú. Desde aquí zarpaban los barcos con el mineral hacia el actual Perú y España. 

Como explican Christian Alejandro Baez y Guillermina Flores Corbacho, esto significó la muerte de muchos esclavos, debido a la elevada altitud del altiplano. Es por eso, que se solía decir: “El negro no canta en puna”, y los esclavos “se morían porque se reventaban en sangre, la sangre del negro es caliente, entonces no aguantaban”, cuenta Guillermina. 

A pesar de esta situación, existieron esclavos negros que pudieron asentarse y que hoy son los antepasados de chilenos con raíces africanas. Estos últimos han experimentado discriminación por sus orígenes culturales y por su color de piel, como cuenta Christian, en Arica la figura del azapeño ha sido estigmatizada dentro de esta misma lógica discriminatoria.